Louis, un plantador de Nueva Oleans, discute con su hermano poco antes de que éste se suicide. Consumido por la culpa y deseando condenarse, acepta convertirse en vampiro. Así comienza una vida de perros junto al amoral Lestat y la pequeña Claudia, una niña espeluznante que completa la singular familia de chupasangres.
Crítica
Puntuación del crítico: 9
La mejor novela de vampiros del siglo veinte. La siguen Lestat el vampiro y La reina de los condenados, que recomiendo encarecidamente. Con ellas se completa una trilogía que, combinada con el Drácula de Stoker, es el origen de prácticamente todos los vampiros modernos que hemos visto en Blade, Underworld, Buffy, Jóvenes ocultos y productos parecidos. Olvidad cualquier forma de puritanismo bienpensante. El personaje de Louis desea condenarse y eso es justo lo que consigue al final, acabar viviendo como un fantasma. Lo más estremecedor de la historia es, precisamente, que no hay el menor resquicio para la esperanza. No hay un gran propósito malvado del que formen parte los vampiros. Tampoco pueden evitar matar porque la sobrecarga sensorial del latido final es lo único que de verdad les calma la sed. De otra manera, su cordura se resiente. Esto les convierte en monstruos sin escrúpulos cuyas vidas son una sucesión de tragedias culminadas con el suicidio. El personaje más trágico es probablemente Claudia, una niña encantadoramente malvada que a pesar de su carencia de escrúpulos desearía ser humana para poder cambiar.
No es que sea perfecta, claro. El peor fallo de la señora Rice es que, habiendo creado un sistema de vampirismo realmente ateo, multicultural y moderno, a menudo desaprovecha su potencial para la acción y el terror en favor de la tragedia, la crónica rosa y la reflexión filosófica de unos personajes obsesionados por la moralidad de sus actos. Todas sus novelas sobre el tema tienen ese problema.
MANÍACO
Ficha de Libro enviada por MANÍACO el 4 de Junio de 2006